CÓMO HICE LAS PASES CON MI CRÍTICA INTERNA

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CÓMO HICE LAS PASES CON MI CRÍTICA INTERNA

 

¡Tengo 2 personalidades viviendo en mí!

Una, muy extrovertida que nació con cámara y micrófono en mano. Amante de hablar en público, y bien expresiva en mis conferencias y actividades.

Y por el otro lado, una muy tímida para relacionarme con las personas.

Conocer a alguien nuevo, estar en medio de mucha gente, o establecer conversaciones de tú a tú, significa unas ganas de salir huyendo sin parar hasta el refugio más próximo. Porque la timidez es ingobernable, como mi madre, cuando se empeñaba en traerme los potes plásticos de cocina.

Esa sensación, me pasaba cuando comencé a trabajar mi maca personal y debía escribir contenido sobre redacción persuasiva.

Viví 2 etapas con eso.

La primera fue fácil porque comencé respondiendo las típicas preguntas que me hacían mis seguidoras:

-Cómo puedo escribir un buen titular

– Cómo escribir un buen post.

– Cómo escribir una estrategia de contenido sólida

Fue muy útil para posicionarme como autoridad en mi área, Pero “el detallazo” vino después cuando llegó la pregunta: ¿qué sigue ahora?

Tocaba compartir mi mirada, mi opinión sobre lo que vivía como mujer que prestaba mis servicios en digital, con más de 40 años, que había migrado de país con un perro y una maleta.

El contenido ya debía ser más personal y aquello me hacía un nudo en el estómago.

¡Salió mi crítica interna en todo su esplendor!

Le dio por pasear con su mejor cara y saludar a “Raimundo y todo el mundo”, diciéndome:

No publiques esto. Es estúpido. ¡Nadie va a leer eso y menos lo verá interesante! ¡Nadie quiere saber cómo escribes!¡Qué arrogancia!

Cuanto más intentaba silenciar a mi crítica interior, más difícil se volvía.

Estaba cansada…

¿Por qué no podía tener tanta confianza como las demás?, ¿por qué escribir sobre mí, me ponía tan nerviosa mientras otras compartían sus sentimientos más íntimos sin pestañear?, ¿por qué tenía tanto miedo de decepcionar a mis lectoras?

Mi incapacidad para domar a mi crítica interior, me hizo sentir débil e incapaz.

Hasta que no tuve otra opción que seguir mi curiosidad…

CÓMO HICE LAS PASES CON MI CRÍTICA INTERNA

 

Mi crítica interna pensó que aquello era una soberana estupidez, porque a ella no le gusta pensar fuera de la caja.

Yo la escuchaba clarito diciendo:

¿No deberías ser más racional?, ¡escribes con tu cerebro, no con tu instinto!

Ella no entendía que, en mi caso no solo escribo con mi cerebro…

Escribo con mi cuerpo, mente y mi alma.

Cuando me conecto con mi cuerpo me siento viva, más inspirada, con mis sentidos acoplados. Dejo caer mi máscara de perfección y confío en que surgirá la claridad.

Cuando me conecto con mi mente, me permito probar cosas. Soy curiosa por naturaleza y mi lado periodista, preguntona, investigadora, observadora y un poco intrusa, sale a la luz.

Una de las cosas por las que siempre me celebraré, es que, al escribir, mi crítica interna la siento en una silla a mi lado, pero no en mis piernas. En parte porque seguí escribiendo, publicando y atreviéndome a hacer cosas que no me imaginaba que haría, con dudas y todo.

Cuando escribo con mi alma me conecto con mi lado espiritual. Oro a diario y tengo un devocional para nutrir esa parte de mí. Me permite escribir con una sensación serenidad y fomentar mi estabilidad emocional.

¿Resultado?

Salieron publicaciones como: “Lo que me enseñaron mis sobrinos sobre persuasión”, “Las lecciones que aprendí de la política sobre copywriting” lanzamientos temáticos en los que estaba personificando a una chef, una turista, me atreví a hacer reels creativos que iban más allá de solo hablar en cámara, y sigo inventando nuevas maneras.

Mi regla general es que un texto debe dejar un pedazo de mí.

Y sí, lo sé…

Mi crítica interna nunca ha estado interesada en estar en mis escritos. De hecho, solía pensar que tener ese 50% tímido me haría era demasiado aburrida, y mis ideas eran más de lo mismo.

Pero allí la tengo, caminando conmigo, tomadas de la mano, enseñándola a hacer algunos silencios cuando mi cuerpo, mente y alma me dice que está bien… ¡Qué yo estaré bien!

Hoy, no necesito pretender que lo sé todo, y no necesito procurar que lo tengo dominado.

He trabajado a lo interno para estar, y vivir el presente.

Espero que puedas sentir esa presencia cuando me leas.

Gracias por estar aquí.

 

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¡Sonríe al escribir!

Meli.

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